ARGENTINA: Los bancos actuaron de autopistas para la fuga
(22/10/03)
Por Claudio Scaletta
Esta semana la comisión especial de la Cámara de Diputados que investigó la salida de divisas durante los meses previos al corralito de diciembre de 2001 daría a conocer oficialmente su retrasado informe final. Se trata de la primera vez en que se investigan los actores concretos de un proceso que en la economía argentina fue y es concomitante con el aumento del endeudamiento público, ya no sólo externo. Y si bien el grueso de las conclusiones que contiene el trabajo ya tuvieron trascendencia periodística, de él surgen dos aspectos clave que aún no han sido suficientemente considerados. El primero es que el pico principal de salida de recursos se produjo en marzo de 2001 y no entre septiembre y noviembre, cuando sí se registró un significativo aumento en el número de las pequeñas y medianas operaciones. El segundo, que trasciende al informe, y que resulta de la comparación con el Balance de Pagos de 2002, es que en este último año la fuga de divisas, cuando ya había que sacar un promedio de 3 pesos por lo que antes se pagaba 1 y existían más restricciones, fue similar a la de 2001, con picos altísimos en el primer semestre y un cierto freno en el segundo.
Según el informe que se conocerá formalmente en los próximos días, la comisión de Diputados consiguió monitorear transferencias de divisas al exterior realizadas a través del sistema financiero durante el 2001 por 29.913 millones de dólares, de los cuales 26.128 fueron girados por empresas y 3785 millones por particulares. Esta muestra representaría, en la comparación con los datos emergentes del Balance de Pagos de 2001, el 64,5 por ciento del total de divisas que salieron del país. Sin embargo no debe confundirse la simple salida de capitales con “fuga”.
Para precisar esta diferencia, la investigación excluyó las transferencias vinculadas al comercio exterior y se concentró en las salidas del sector privado no financiero. De esta manera, si a la salida bruta de divisas del 2001, que fue de 65.506 millones de dólares, se le restan las importaciones de bienes, que fueron de 19.159 millones, resta, según el informe, una “fuga” de 46.347 millones. La metodología resulta controvertida, ya que significa considerar como fuga a elementos propios de la cuenta corriente, como turismo, fletes, pago de intereses y remisión de utilidades.
En rigor, existe consenso entre los economistas en que el término fuga se reserva a la formación de activos de residentes en el exterior, los que no siempre resultan fáciles de medir debido a que en parte pueden salir en forma encubierta. Un indicativo de la fuga se encuentra en uno de los subrubros de la Cuenta Capital y Financiera del Balance de Pagos, en “Sector Privado no financiero”, al que conviene agregar también el resultado de la cuenta “errores y omisiones”, ya que aquí, por ejemplo, figuran parte de los dólares que salen en forma irregular (ya que saldo de cuenta corriente más saldo de cuenta capital y financiera es igual a variación de reservas internacionales más errores y omisiones).
Bajo esta redefinición conceptual, la fuga propiamente dicha de 2001 rondaría los 16.000 millones de dólares, y la de 2002 estaría cerca de los 15.000 millones, de los que alrededor de dos tercios partieron en el primer semestre de dicho año.
Por supuesto que esta consideración no incluye las “suspicacias”, esto es, la salida de recursos encubiertas en otros rubros del balance, como puede ser el pago de deudas o la remisión de utilidades, a lo que debe agregarse también que la cuenta formación de activos en el exterior es rica en “estimaciones”. En cualquier caso, desde el punto de vista político, una comisión legislativa que investigue la fuga de divisas no debería detener su actividad en 2001, pues a pesar de que los últimos trimestres muestran una reducción, el proceso está lejos de haberse detenido.
Con prescindencia de las controversias conceptuales, la riqueza del informe de la comisión reside en mostrar por primera vez la naturaleza dela salida de divisas en la economía local. Específicamente cómo el sector privado no financiero “es el agente más dinámico de la fuga”, mientras que los bancos operan “como autopista que vehiculiza la salida”, a la vez que el sector público actúa como “garante del proceso, mediante la disponibilidad de reservas y la ausencia de medidas” que restrinjan el drenaje.
Del informe también surge un dato esencial: el momento concreto de 2001 en que el poder económico local “percibe” que a la convertibilidad finalmente le llegó su hora. Existe una creencia extendida que considera que la crisis sistémica se desencadenó a partir de la corrida bancaria que comienza a ser evidente, según los propios informes de los bancos internacionales, en torno al mes de agosto. Y que la salida de capitales fue la contrapartida de la corrida.
Sin embargo, de la información recabada por la comisión surge que los momentos de mayor salida de recursos se producen entre enero y marzo, cuando salen recursos del país a un ritmo de 250 millones de dólares diarios. En las fechas pico del 26 al 28 de febrero y del 14 al 16 de marzo, por ejemplo, salen 982 y 809 millones, respectivamente, niveles que ya no volverían a repetirse a excepción del 30 de noviembre, cuando se registraron salidas por 333 millones, aunque a un promedio mensual de 140. Otro pico menor se registró entre el 12 y 13 de julio, cuando salen 545 millones luego de que, fracasado el ruinoso megacanje, se lanzara la política de déficit cero. No obstante, los 250 millones diarios que salían entre febrero y marzo ya se habían reducido a 110, promedio que sólo sería superado en noviembre.
Esto significa que el poder económico, personas y grandes empresas, puso a buen recaudo sus recursos con bastante antelación a los sectores medios y medios altos. Además, las salidas más fuertes de principios de año se destinaron principalmente a mercados “seguros” como Estados Unidos y Europa, mientras que la plaza favorita de los sectores medios que salieron sobre el filo de la navaja fue Uruguay.
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