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Brasil, ante el acuerdo Chile-EE.UU.

(08/06/03)


El acuerdo Washington-Santiago de Chile, de libre comercio bilateral, celebrado el viernes en Miami, tuvo impacto inmediato en la región. Brasil ya replicó a lo que considera una jugada estratégica de Estados Unidos: la de condicionar las negociaciones en la Asociación de Libre Comercio de las Américas al modelo del pacto chileno-norteamericano.

Para el presidente Luiz Inacio Lula da Silva y el canciller Celso Amorim, las discusiones en el ALCA se han vuelto ociosas. Deben pasar ahora a una instancia superior: la Organización Mundial del Comercio. En función de esa nueva línea de política externa, Lula y Amorim anunciaron, ayer, la constitución del G3: un grupo constituido por Brasil, India y Africa del Sur. A ese núcleo se sumarán dentro de unos días China y Rusia. La función de este flamante bloque es disputar las políticas comerciales proteccionistas de las potencias mundiales con las mismas armas que aplican contra los países emergentes. Y la batalla será en la OMC. Este tema estará en la agenda de discusiones entre el presidente brasileño y el argentino Néstor Kirchner, quien llega a Brasilia el miércoles próximo en visita oficial.

El gobierno brasileño sabía, de antemano, que el acuerdo con Chile pretendía ser usado por EE.UU. como un modelo para el ALCA. Pero el esquema chileno, tal vez válido para ese país de economía abierta, no se adapta ni a la Argentina ni a Brasil.

Tiene dos grandes defectos: posterga decisiones sobre las trabas de acceso al mercado norteamericano (es el caso de las medidas antidumping) y aplaza la eliminación de subsidios a los bienes agrícolas.

En Brasilia evaluaban ayer que no es casual el momento elegido por Estados Unidos para anunciar ese acuerdo. Ocurre a días de la visita oficial de Lula a Washington (20 de junio) donde tendrá su segunda entrevista con George Bush.

Ayer, en un discurso, Lula dejó claro que no tiene expectativas de las negociaciones con Estados Unidos. "Ellos no van a eliminar los subsidios a la agricultura (una de las grandes reivindicaciones de argentinos y brasileños). Y la razón es muy simple: Bush busca la reelección en 2004".

Según fuentes consultadas por Clarín, Chile es una economía pequeña y abierta, complementaria de la estadounidense. La historia es muy distinta cuando se habla de Argentina y Brasil. En el caso argentino, nunca hubo complementariedad con Estados Unidos. Por el contrario, competían en el terreno agrícola por los mismos mercados. Para la Argentina, las pérdidas comerciales que derivarán de la asociación Santiago-Washington tienen importancia, pero menor de la imaginada. Argentina, en conjunto con Brasil, tienen capacidad para abrir terceros mercados.

Según el vicecanciller brasileño, Samuel Pinheiro Guimaraes, un hombre que controla en Itamaraty la parte del león de la política externa brasileña (Argentina, Mercosur, Sudamérica y ALCA), el ALCA es parte de la estrategia hegemónica de EE.UU. "que busca realizar su designio de incorporar en forma subordinada a América latina a su territorio económico y a su área de influencia político-militar". Fue esa percepción la que históricamente llevó a los gobiernos brasileños a imaginar formas de quebrar el cerco.



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